Nuestra vida ya comienza con un corte radical… Pasamos de una mullida y calurosa simbiosis con nuestra madre ¡¡¡a entrar en este mundo!!! Pasamos de dentro afuera, de la oscuridad a la luz. Estábamos recogidos en un lugar muy interno e íntimo, envueltos en calor, tamizados los ruidos en un profundo recogimiento. En este lugar nos vamos formando poco a poco, dormimos, bostezamos, bebemos, nos nutrimos, crecemos.
De golpe, sufrimos una separación que supone un desgarre, al pasar de pronto a un lugar completamente desconocido, donde sentimos frío por primera vez, donde nos ciegan luces fuertes y nos asustan ruidos estridentes… Extrañamente separado/a de lo conocido y familiar, fuera del útero materno y solo/ a, en un mundo lleno de sensaciones nuevas y desconocidas… ¡No es nada raro que el cambio nos asuste tanto! Este es el origen de nuestro miedo a lo nuevo.
No es de extrañar que cualquier situación de cambio nos de pánico, ya que revivimos la primera separación experimentada con susto y posiblemente con el sentimiento de rechazo, de corte, un “no te quiero” simbólico. En una palabra, ya hemos conocimos el abandono y la soledad.
Si has tenido la suerte de que unas manos amorosas te colocaron enseguida junto al pecho y el calor de tu madre, seguramente los cambios te darán menos miedo. El bebé puede mirar este mundo nuevo con asombro e interés si siente el conocido contacto con su madre, piel con piel, el olor a ella. Si has tenido esta suerte, serás uno de los afortunados a quienes los cambios han de asustar menos. Cuando somos adultos cualquier cambio nos hace revivir esta primera separación. Si la primera experiencia fue negativa, es lógico que quieras quedarte en el lugar de siempre, aunque no seas feliz. Cada vez que comienzas algo nuevo, como este hábito de leernos, pueden cambiar muchas cosas. Si te da miedo el cambio, tratarás de evitar cualquier mudanza. Tendrás gran resistencia a cambiar cualquier cosa.
Para por unos segundos de leer. Cierra los ojos y pregúntate ¿qué siento ante la perspectiva de cambio? Toma conciencia de tu verdadero sentimiento.
A veces decimos a los cuatro vientos que añoramos algo distinto, un nuevo trabajo, una nueva pareja, cambiar de ciudad, incluso dedicarte a algo que tu entorno considera insólito y absurdo, pero que tu alma anhela profundamente y tu corazón añora. Honrar nuestros anhelos atreviéndonos a algo nuevo, es como tirarse al vacío y confiar en que tendremos alas para volar. ¡Parece arriesgado! Si la oportunidad apareciera delante de ti ahora mismo: ¿Quieres lanzarte realmente? ¿Estás preparada/o para ello? No hablamos de los cambios externos, sino de lo internos, como en los POST anteriores.
Una vez que cambias dentro de ti, lo externo cambia por si solo, como por arte de magia. También puede ser al revés.
Acomodados en nuestra rutina, si miramos con honestidad hacia adentro, quizás descubramos que en realidad no queremos cambiar nada… Puede ser una fantasía que mantienes para no disfrutar del aquí y ahora. Si es tu caso, pregúntate: ¿Me doy permiso para disfrutar de lo que tengo, disfrutar de mi día a día y de mis circunstancias? Date un tiempo para sentir la respuesta que emerge de dentro de ti.
Por Marly Kuenerz | Psicóloga clínica y psicoterapeuta, con más de 35 años de experiencia.
directora del Máster de Técnicas de Terapia Transpersonal
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