Vivo en un mundo maravilloso, sorprendente y acogedor, en el que mi hija me sonríe y me lanza sus brazos alrededor del cuello cuando llego a casa llenándome de besos, y en el que mi hijo me cuenta sus descubrimientos del día con total fascinación, buscando todo el tiempo el juego divertido y creativo. Un mundo dónde existe la amabilidad entre los seres humanos, el cuidado de unos hacia otros, el cariño en las palabras y en las acciones cotidianas, la solidaridad con las necesidades del prójimo y el compromiso de innumerables iniciativas sociales…
También vivo en un mundo miserable, injusto y violento, en el que hay dureza, competencia y egoísmo. Dónde los hombres nos estafamos y abusamos unos de los otros, dónde nos comunicamos con rudeza y nos tratamos agresivamente. Un mundo que desprecia la vida, que engaña, que vive con temor, que trata de aislarse del resto construyendo muros o zonas seguras, que explota a la Naturaleza extrayendo sus recursos sin fin, que exprime a otros hombres de mil maneras nuevas y antiguas, que vive con ansiedad y estrés la mayoría del tiempo, que sufre… Leer más